Comercios

El comercio es tan arcaico como la civilización. El comercio se origina a finales del Neolítico, cuando se descubrió la agricultura. En los primeros tiempos, el ser humano,  para sobrevivir, además de organizarse y formar grupos que posteriormente terminaron constituyendo una familia  y por ende, una organización social, dio sus primeros pasos con el intercambio de bienes alimenticios, como: carne, pescado, frutas, etc. Estos bienes, producto del denominado también trueque, llegaron a cumplir de manera óptima las necesidades humanas tanto individuales como grupales. La razón que motivaba esta idea era simplemente la manera de perfeccionar un sistema de intercambio para conseguir productos de mejor calidad.

Los pueblos ensancharon sus mercados para los productos intermedios y finales; es así que los hebreos, indios, chinos, fenicios, etc., culturas que se destacaron en el comercio, optimizaron sus sistemas de transportes terrestres y marítimos, con el fin de abarcar mayores distancias con sus productos, y al mismo tiempo, traer nuevas mercancías desconocidas.  Con esto los productores mejoraban la calidad de sus artículos y los consumidores conseguían hallar nuevas formas para obtener productos imprescindibles para la subsistencia humana. Debido al permanente intercambio de bienes, las dificultades aparecieron. Esto estimuló a buscar una medida común para ejecutar el comercio. Por ejemplo en la India surgió una especie de letra de cambio dándole un valor simbólico a la mercancía. En Cartago aparecieron unos trozos de cuero que formaban signos monetarios de la época, con representación de valores. Cada pueblo encontró un sistema monetario propio para medir con simpleza las transacciones comerciales. Finalmente se afinó el sistema monetario como medida de cambio y portador de valor y consecutivamente el dinero se transformó en acumulador de riqueza.

El sistema de bancos se volvió imprescindible y el comercio empezó a contar con mejores elementos para su desarrollo. El dinero, que originalmente surgió como unidad de medida de cambio, posteriormente al volverse en acumulador de riqueza, dio origen a las diferencias de clase. El mercader era un poderoso, mientras que para el hombre común y silvestre siempre sus recursos fueron escasos, por lo que surge la esclavitud, como una manera de explotar al ser humano por el ser humano. Durante el feudalismo, en donde el hombre era dueño de la tierra con todos sus elementos, tanto humanos como físicos, se desarrolla incipientemente el capitalismo o libre empresa, sistema por el cual todos podemos comprar y vender libremente y el comunismo en cuya organización contempla la propiedad del estado de todos los factores de la producción. Hoy en día el comercio es una actividad de la economía de las comunidades llamadas países, destinada a enlazar a los sectores de producción y consumo. La moneda de cada uno de los países se usa para medir las transacciones y en el campo internacional hay que correlacionar el valor de las distintas monedas para facilitar el régimen de compra y venta de bienes y servicios.

Con el paso del tiempo, las guerras acontecieron, de la misma manera que los avances y los quioscos dejaron de existir en la calle, para volverse domésticos, trasladándose a lugares cerrados, donde de modo efectivo se resguardaba la organización, así como el mantenimiento  de los productos. De este modo dio a luz la venta tradicional. Este  tipo de comercialización, se caracterizaba en que el mercadeo  se hacía en un lugar cerrado, con un mostrador, que funcionaba separando físicamente el espacio, lo que permitía la distinción entre vendedor y cliente, a la vez  que, detrás de dicho soporte se ubicaban los productos, a los cuales sólo tenía acceso el vendedor. Pero fue Clarence Saunder, un muy buen empresario, que deseaba obtener más ingresos que gastos, el que  tuvo una gran ocurrencia. La idea que pensó era de que los clientes, pudiesen tomar directamente los productos, sin una persona que actuara como intermediario o vendedor.  Así la figura del comerciante, quedó confinada a la de un simple cajero y reponedor, al mismo tiempo que soslayaba las esperas de los clientes para ser atendidos. De esta manera nació así la venta en libre servicio o más bien conocido como autoservicio. El comercio tenía una gran salto que se vería desarrollado en todo el siglo XX.